CONTRASTES ENTRE EL
VIEJO Y EL NUEVO PACTO.
Por Eduardo Mondaca
¿Qué era el Viejo
Pacto?
Así se denomina en el
Nuevo Testamento, al pacto que hiciera Dios con Israel en el Sinaí el día que
les entregó los diez mandamientos, y las leyes que le regirían como pueblo de
Jehová sobre la tierra (Ex.19:5). Este pacto tuvo validez desde ese día recién
mencionado, hasta la muerte de Cristo en la cruz, quién con su sacrificio puso
fin al viejo o primer pacto, y dio comienzo a uno nuevo, a un mejor pacto;
ambos pactos constituyen en sí, el cuerpo y alma de toda la Biblia. Estos dos
pactos tienen gran similitud entre sí, pero al mismo tiempo difieren
considerablemente el uno del otro. Uno actúa sólo como figura y sombra,
mientras que el otro, es la imagen misma.
Hebreos 9:1 dice, que
el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal, mientras que
el capítulo 8 y verso 5 dice, que ese culto y ese santuario, eran “figura y
sombra de las cosas celestiales”, lo cual significa, que todo lo que constituía
el viejo pacto; su sacerdocio, su culto, su santuario, todo era sombra o
símbolo de las cosas celestiales. Hebreos 10 comienza diciendo que la ley tenía
la sombra de los bienes venideros, y no la imagen misma de las cosas. El primer
pacto solo fue sombra. La ley, el santuario, el sacerdocio, el culto judío y su
templo, solo fue sombra de cosas mejores, y que estaban en el futuro de ellos,
pero Israel nunca lo entendió. La sombra indicaba que había una imagen; nadie
podía verla, pero todo el sistema del viejo pacto hablaba de esa imagen. Cada
detalle, cada elemento, constituía una sombra y figura de una imagen superior,
y que el escritor a los hebreos llama “bienes venideros”. Esos bienes
venideros, era un nuevo pacto que Dios haría (Jer.31:31), pero no uno más, sino,
el más importante de todos; un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas
(Heb.8:6); un pacto eterno (Heb.13:20). Al decir: Nuevo Pacto, ha dado por
viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a
desaparecer (Heb. 8:13).
¿Qué es el Nuevo Pacto?
El nuevo pacto es la
nueva economía de Dios; el nuevo orden divino para el hombre, y lo constituyen
Cristo y su Iglesia. Ambos, en su calidad de Sumo Sacerdote y real sacerdocio,
conforman el reino de Dios sobre la tierra; el misterio que en otras
generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres (Ef.3:5).
Cuando Juan el bautista
aparece en la escena pública predicando en el desierto de Judea, en su calidad
de precursor del mesías, su mensaje era este: (Mt. 3:2) “Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado”. Ese reino del que Juan hablaba, era el
reino de Dios, el mismo que Jesús confirmó después que Juan fue encarcelado,
diciendo: (Mr.1:15) “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha
acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”. Esa palabra es clave: “El tiempo se ha
cumplido”. ¿De qué tiempo cumplido está hablando Jesús? Del tiempo anunciado
por los profetas antiguos. Tiempo en el que Dios establecería un nuevo pacto
con la casa de Israel (Jer.31:31), y traería su reino sobre la tierra. Daniel
2:44 dice: “Y en los días de estos reyes
el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el
reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero
él permanecerá para siempre”. Hay muchos que ven el reino profetizado por
Daniel, como un evento todavía futuro, aunque leen lo mismo que leemos
nosotros, pareciera que ellos no entendieran lo que leen. Jesús dijo
claramente, que su reino estaba presente: (Lc.17:21) “… porque he aquí el reino
de Dios está entre vosotros”; que ya había llegado: (Lc.11:20) “Mas si por el
dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha
llegado a vosotros”. Ese reino era el nuevo pacto, la nueva alianza que Dios confirmaría
con muchos (Dn.9:27), por medio de la sangre de Jesucristo (Mt.26:28).
Todas las figuras del
primer pacto (Israel, la ley, el templo y su culto), había llegado a su fin; la
imagen ya era una realidad, Jesucristo el sumo sacerdote de los bienes venideros
(Heb.9:11) estaba presente; por tanto, era necesario quitar lo primero, el
viejo pacto, para establecer esto último (Heb.10:9), el nuevo pacto.
¿Cuál fue la función
del Primer Pacto?
En el viejo pacto, se
escondía toda la gloria del nuevo. Pablo habla del misterio oculto desde los
siglos y edades, y que ahora ha sido manifestado a los santos que es la
iglesia. Ese misterio era Cristo, la gloria del nuevo pacto (Col.1:26, 27). El
pacto entre Dios e Israel en el pasado fue como un contrato matrimonial. Dios
tomó a Israel como su esposa legítima (Jer.3:14), y por medio de la ley dada en
el monte Sinaí, quedaron estipuladas legalmente las mutuas obligaciones y
promesas de ambas partes (Ex.34:14). Lamentablemente Israel no fue fiel al
pacto (Jer.3:20; 31:32), por lo que Dios en conformidad con las disposiciones
pactadas (Deut.28:15) desechó a su pueblo elegido, y transfirió todas las
promesas a una nueva esposa, la iglesia. Todas las promesas hechas a Israel en
el viejo pacto, se cumplen en la Iglesia.
La gloria del Viejo
Pacto
Se ha escrito y hablado
bastante con respecto a los materiales con que estaba construido el tabernáculo
y su simbología, pero me parece que muy poco, o tal vez, nada se ha dicho sobre
lo que representaba el culto que en él se ofrecía. Es sorprendente descubrir,
todo lo que guardaba la gloria de la vieja alianza, en especial su culto
levítico. En los capítulos 8, 9 y 10 de Hebreos, el escritor hace prácticamente
una recreación escrita sobre el culto y los procedimientos que se desarrollaba
en el santuario bajo el viejo pacto, destacando las diferentes ceremonias que
se realizaban en cada una de las partes del tabernáculo, y su respectivo
paralelismo con “los bienes venideros”, que es el nuevo pacto.
El tabernáculo y todo
su culto levítico fueron figura de Cristo y su obra completa de la redención.
Tanto el sacrificio continuo, es decir, el que se realizaba diariamente en el
altar, como el que se realizaba una vez al año en el día de la expiación,
prefiguraban al sacrificio expiatorio de Cristo, desde su misma muerte en la
cruz hasta su retorno en gloria en su
segunda venida; pero no se nos ha dicho
o explicado el significado completo de esta figura, tal vez, porque no lo han
visto claramente; pero permítame mostrarle la figura y su imagen tal cual nos
la enseña la Biblia. Ponga mucha atención a lo que va a leer.
El acto supremo de la
redención, tiene su figura máxima en el gran día de la expiación, cuando el
sumo sacerdote, figura de Cristo, realizaba toda la ceremonia. Toda la observancia
de este acto supremo se registra principalmente en Levíticos capítulo 16
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