viernes, 4 de enero de 2019

El amor es eterno

El amor es eterno 

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(Corintios 13.8–13) 

8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Los corintios eran bebés espirituales y, como tales, se esforzaban por lo temporal y descuidaban lo permanente. Querían los dones espirituales pasajeros en lugar de carácter cristiano duradero. El amor nunca «deja de ser» (deja de tener fuerza o autoridad). Estos otros dones pasarán: las profecías se reemplazarían por la Palabra escrita de Dios; las lenguas no harían más falta; los dones de conocimiento especial serían puestos a un lado por el ministerio de enseñanza del Espíritu a partir de la Palabra. Pero el amor y las virtudes que produce permanecerán para siempre. 

Pablo explica que estos dones especiales fueron necesarios durante el período de la infancia de la iglesia. Las manifestaciones especiales del Espíritu eran las credenciales de los apóstoles (Ro 15.18, 19). Dios no siempre usa milagros para certificar su verdad, pero a menudo lo hizo. En Tesalónica, por ejemplo, el Espíritu se reveló en una predicación poderosa de la Palabra y no en milagros (1 Ts 1.5, 6). En el versículo 11Pablo usa un simple ejemplo de la niñez. No condenamos a un niño porque hable como un niño, pero condenamos a un adulto si balbucea como un niño. «Es tiempo», dice el apóstol, «que ustedes niñitos crezcan y empiecen a hablar como adultos. Las lenguas y otras manifestaciones especiales pertenecen a la infancia espiritual. ¡Crezcan!» En 14.20 Pablo de nuevo les dice que dejen de actuar como niños. 

Siempre habrá lugar para el crecimiento en la iglesia y mientras crecemos sabremos y veremos de forma imperfecta. Corinto era famosa por sus espejos de metal, de modo que Pablo los usó a manera de ilustración. En esos espejos uno veía sólo un pálido reflejo de la persona, de la misma manera en que hoy nosotros vemos nada más que un nebuloso reflejo de Dios. Pero cuando Cristo venga, le conoceremos así como Él nos conoce. ¡Y seremos como Él es! 

La iglesia se acerca a la perfección mediante el amor: los creyentes amando a Cristo y amándose unos a otros; sosteniendo la verdad en amor; practicando la verdad porque le amamos a Él. «Edificando el cuerpo en amor» es la manera en que lo dice Efesios 4.16 y este es un ministerio en el cual todos debemos participar. Fe, esperanza, amor: estos tres permanecen para siempre; y el amor es el mayor de ellos, porque «Dios es amor» (1 Jn 3.18)

El amor es eficaz (Corintios 13.4–7)


El amor es eficaz 

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(Corintios 13.4–7) 

4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
6 no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 


INTRODUCCIÓN

Los dones no tienen ningún efecto espiritual en la vida de la iglesia si no hay amor, porque es el amor lo que el Espíritu usa para edificar a la iglesia. «El conocimiento envanece, pero el amor edifica», dice 1 Corintios 8.1. “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica”.
Nótese las cualidades del amor: 

A. El amor es paciente y benigno (v. 4). 

El amor se eleva por sobre las pequeñeces y es generoso en la manera en que trata a los demás. Es fácil «amar» cuando la gente se presta para que se le ame; pero qué difícil es amar cuando nos lastiman o nos atacan de una manera u otra. Piense de la paciencia de Cristo con Pedro después de que este pecó contra Él y tendrá una idea de lo que esto significa. El amor no sólo soporta con paciencia el daño, sino que actúa positivamente en obrar y al mostrar bondad. 

B. El amor nunca hierve en celos (v. 4). 

La envidia es un pecado terrible; Caín envidió a su hermano ¡y lo mató! ¿Cómo reaccionamos cuando otros cristianos reciben bendición o beneficios que a nosotros nos faltan? ¿Permitimos que las chispas de la envidia ardan y luego se conviertan en llamarada? 

C. El amor no es jactancioso ni orgulloso (v. 4). 

«Envanece» se refiere al sentimiento interno; «jactancioso» se refiere a la ostentación externa de auto importancia. 

D. El amor no es grosero ni egoísta (v. 5).

Hay un rasgo de gracia en la persona que actúa por amor cristiano, un encanto que el mundo no puede dar. El verdadero amor procura solamente el bien de otros; no es egoísta. ¿Puede ver este amor en la vida de Cristo? 

E. El amor no se irrita, ni alberga pensamientos malos (v. 5). 

La palabra «fácilmente» no consta aquí. El amor cristiano no muestra irritación, como la carne lo hace con demasiada frecuencia. El amor no guarda libros de registro de las cosas malas que las personas hacen, ni de las ofensas recibidas de ellas. A decir verdad, el amor nunca se alegra cuando otros andan en el mal, pero siempre se alegra cuando andan en la verdad. 

F. El amor da victoria (v. 7). 

Mediante el amor de Cristo en nosotros podemos soportar cualquier cosa, tener fe y continuar en esperanza. «Nos da poder para soportar cualquier cosa» v. 7 (WMS). ¡El amor siempre lleva a la victoria! En estos versículos Pablo reprende con dulzura los pecados de los corintios. Ellos se impacientaban los unos con los otros en sus asambleas (14.29–32); envidiaban los dones espirituales que otros poseían (14.1); eran orgullosos y criticones (12.21–26); no tenían modestia en su conducta (12.2–16); procuraban hacer prevalecer sus derechos (caps. 8–10) aunque dañaran a otros; se dejaban provocar con facilidad e incluso se demandaban judicialmente los unos a los otros (6.1–8); y se regocijaban en el pecado cuando debían juzgarlo (5.1–3). 

También podemos ver en estos versículos un cuadro de Cristo, quien es el único que manifiesta perfectamente el amor de Dios para nosotros. En este capítulo podemos sustituir la palabra «Cristo» por «amor».